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145. Historia del sello postal

HISTORIA DEL SELLO POSTAL Un sello postal, también conocido como estampilla, estampa, sello, o timbre, es un comprobante del pago previo de los envíos efectuados por correo en forma de etiqueta, generalmente engomada, o directamente impreso. El sello es un pequeño papel cuya forma más usual es rectangular o cuadrada, que se pega en un sobre, y que indica que la persona que realiza el envío pagó el servicio. El arte correo utiliza a menudo este medio y este formato para su difusión creando falsos sellos postales de todo tipo. Los sellos de valor variable o ATM son aquellos impresos y distribuidos a través de máquinas. Estas imprimen el valor de franqueo deseado por el usuario en un papel especial, y el sello o estampilla resultante puede ser empleado para franqueo como un sello "tradicional". La emisión del primer sello postal se enmarca dentro de una profunda reforma del servicio de correos británico emprendida por James Chalmers (1834) y Rowland Hill (1837). Hasta entonces el envío lo pagaba el destinatario en función de los kilómetros recorridos y no por su peso. Hill propuso que el envío lo pagara el remitente según una tarifa uniforme en función del peso y no por el kilometraje. Según la leyenda, en el año 1835 el profesor inglés Rowland Hill, que viajaba por Escocia se aprestó a descansar en una posada. Mientras se calentaba en la chimenea, vio cómo el cartero de la zona entraba en la casa y entregaba una carta a la posadera. Ella tomó la carta en sus manos, la examinó atentamente y la devolvió al cartero alegando: "Como somos bastante pobres no podemos pagar el importe de la carta, por lo que le ruego que la devuelva al remitente". Al oír aquello, surgió en el corazón de Hill un impulso de generosidad y movido por ese impulso ofreció al cartero el importe de la misiva, pues no quería que por falta de dinero se quedara la buena mujer sin saber las noticias que le pudieran llegar en dicha carta. El cartero cobró la media corona que costaba, y entregó la carta a la posadera, a continuación salió para seguir su recorrido. La posadera recogió la carta y la dejó sobre una mesa sin preocuparse en absoluto de su contenido. Luego, se volvió al generoso huésped y le dijo con amabilidad: "Señor, le agradezco de veras el detalle que ha tenido de pagar el importe de la carta. Soy pobre, pero no tanto como para no poder pagar ese coste. Si no lo hice, fue porque dentro no hay nada escrito, sólo la dirección. Mi familia vive a mucha distancia y para saber que estamos bien nos escribimos cartas, pero teniendo cuidado de que cada línea de la dirección esté escrita por diferente mano. Si aparece la letra de todos, significa que todos están bien. Una vez examinada la dirección de la carta la devolvemos al cartero diciendo que no podemos pagarla y así tenemos noticias unos de otros sin que nos cueste un penique". Esta anécdota, con diversas variantes, ha sido narrada y escrita en distintos medios, como por ejemplo en el magacín francés Lectures pour tous. También fue escrita en el Grand Dictionnaire Universel du XIX Siècle, de Pierre Larousse, en la edición parisina de 1874. En España la Enciclopedia Espasa también la reproduce, dando una versión en la que aparece la dueña imposibilitada realmente para pagar el importe de la carta por su extrema pobreza. Sin embargo, Eugène Vaillé en su Histoire du Timbre-Poste 1947 afirma que esta anécdota ha sido desmentida por el propio Hill en sus Memorias. Es ilustrativa, sin embargo de uno de los problemas a los que la reforma del Correo pretendió hacer frente con notable éxito. Hill habría escrito un folleto en que proponía el franqueo previo de la correspondencia. El folleto de Hill, titulado Post Office Reform, tuvo como resultado la designación de un comité de la Cámara de los Comunes (22 de noviembre de 1837) «encargado de estudiar los tipos y sistemas del franqueo postal». Este comité informó favorablemente la proposición de Rowland Hill y en 1839 se dictó una providencia que autorizaba al Tesoro para fijar los tipos de franqueo postal y regular el modo de percibir su importe previo. Los sobres timbrados (los primeros con un valor de 1 y 2 peniques) y los sellos adhesivos los emitiría el Gobierno. Del grabado de los sellos se encargó la casa Perkins, Bacon and Petch, sobre dibujos de Hill. Se decretó que los sellos se pondrían en circulación el día 6 de mayo del año 1840. Así nace el primer sello postal del mundo: el famoso Penny Black de la Reina Victoria. Hill dibujó en él perfil de la reina Victoria, la palabra Postage en la parte superior y en la inferior One Penny (un penique). Omitió el nombre del país por entender que la efigie de la reina bastaba para identificarlo. El día 8 de mayo del mismo año se puso a la venta el de 2 peniques, en color azul. El nuevo sistema postal tuvo unos resultados asombrosos, tanto que se triplicó el número de cartas en una semana. Sólo el primer día de venta al público se vendieron 60 000 ejemplares de estos sellos. A la vista de todo ello Rowland Hill fue nombrado director de Correos del Reino Unido, y dedicó el resto de su vida a realizar ampliaciones y mejoras en los servicios postales. El nuevo sistema encontró rápida aceptación en otros países y a los pocos años estaba ya generalizado internacionalmente. La Unión Postal Universal establece que en los sellos que circulen internacionalmente debe aparecer el nombre del país emisor en alfabeto latino. De esta obligación está exento el Reino Unido por ser el primer país emisor de sellos. Ahora se coleccionan estampillas (sellos) en todo el mundo tanto por adultos como por niños. Este pasatiempo puede ser barato y divertido, pero cuando se practica de manera más formal se puede llegar a invertir mucho dinero en él, ya que los coleccionistas más serios tienden a buscar sellos raros y difíciles de encontrar. A esta afición se la conoce como filatelia. El proceso para la emisión de un sello postal es complejo. Por lo general la administración postal recibe cientos de sugerencias de particulares y de asociaciones para el diseño. Una vez decididas las series que se emitirán, se encarga a varios artistas la realización de los diseños, normalmente cuatro veces más grandes que el tamaño final. Una vez elegido el diseño, se efectúan las modificaciones necesarias y se reduce fotográficamente al tamaño correcto. El diseño se graba en una placa de impresión, que a continuación se entinta, quedando la tinta en los huecos de la placa. Luego se coloca el papel por arriba y se prensa para que se imprima el diseño en el papel. El diseño puede presentar un ligero relieve al tacto. La tinta se aplica a las partes en relieve de la placa de impresión y cuando se produce el contacto, el diseño se transfiere al papel. A veces aparece un ligero relieve en el dorso del sello y otras la tinta desborda un poco en los límites del dibujo. La placa de impresión es completamente lisa y para transferir el diseño a la superficie de impresión se aplica una tinta grasa especial. A continuación se humedece la plancha y se aplica tinta de imprimir que se pega a las partes grasas de la superficie. Existe también la variante ófset con un proceso un poco más complicado y que se está imponiendo en la impresión filatélica. Aunque la mayoría de los sellos son rectangulares, ya en 1847 Gran Bretaña emitió el primero con otra forma, concretamente octogonal. Sin embargo, al no estar perforado muchas veces se cortaba en forma de cuadrado. En 1853 la colonia británica de El Cabo emitió el primer sello triangular. Sierra Leona emitió sellos con formas de animales, frutos y mapas.

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